13 de julio de 2016

Hablemos



Tengo que decirte algo. Ahora que ni siquiera me estás mirando es el mejor momento, porque no sé si sería capaz de decirte todo esto con tus ojos clavados en los míos. Todos creen que soy valiente, pero hay cosas que no he sido capaz nunca de decirte, palabras que cuando me miras se enredan en mi garganta y construyen un dique contra el que no tengo valor para luchar. Te he querido mucho, ¿sabes? Sí, creo que lo sabes o, al menos durante un tiempo, lo supiste. Aunque yo solo te lo haya dicho un par de veces hace años. Te quería aún incluso cuando me abrazabas por la espalda quejándote en mi cuello de mi frialdad para contigo y buscando que repitiera esas palabras que siempre has dicho más que yo. Pero no lo hice, porque hacía ya un tiempo que no estaba segura de seguir queriéndote. Creo que me equivoqué. Me equivoqué muchas veces, y tantas otras simplemente no supe quererte. Creo que ese error lo hemos cometido ambos. Uno piensa que basta con querer a alguien, y sin embargo nunca es suficiente. Hay que saber querer, y querer bien. Quiero pedirte disculpas porque yo no supe hacerlo, aunque tú lo merecías probablemente todo. Siento tanto que no hayamos sabido hacerlo bien ninguno de los dos. Lamento profundamente todas esas frases hirientes que nos han llevado a enrrocarnos en este silencio que duerme entre nosotros hace años. Lo hemos alimentado los dos, y nos hemos amargado mutuamente con ello. Ni siquiera sé si te quiero, perdóname, ya sé que soy un desastre. De lo que estoy segura es de todo lo que tengo que agradecerte. He ido convirtiéndome en la mujer que ahora soy a tu lado. Me he sentido muy querida, protegida y durante un tiempo, admirada. Me has enseñado muchas cosas. La más importante, sin duda, el amor incondicional a la familia por encima de todo. Nadie como tú ha sabido limar las diferencias entre unos y otros para mantener unidas a todas las personas que quieres, incluso tragando sapos, porque no pensabas nunca en ti mismo antes que en ellos. Eres un buen tío, ¿sabes? Y habría que ser muy torpe para no saber quererte. Pero me temo, querido amigo, que soy la persona más torpe del mundo. Lo siento. Lo siento mucho. Tenía que decirte todas estas cosas, y hasta hoy no encontré el valor. Por eso te las digo ahora, sin mover los labios, mientras duermes profundamente a mi lado y sé que no me vas a interrumpir.