23 de diciembre de 2012

Amor


(He tomado la imagen de aquí)

Enriqueta y Jack llevan juntos casi toda la vida. Se conocieron en su juventud, durante un viaje, y unos meses más tarde, él dejó su Londres natal para instalarse con ella en Madrid. Se casaron y tuvieron un hijo. 

Enriqueta no era una mujer muy guapa, y tampoco destacaba por su inteligencia. Era, sencillamente, una mujer simpática y divertida, y Jack la adoraba. Se llamaban mutuamente con apelativos cariñosos inventados por sí mismos, caminaban de la mano y viajaban solos por todo el mundo aprovechando las oportunidades que el trabajo de él y los campamentos escolares del pequeño les permitían. Cuando su hijo se hizo mayor y se fue de casa, Jack se jubiló y siguieron disfrutando de su mutua compañía. Siempre me resultó llamativo verlos juntos, mimándose como dos novios adolescentes, él siempre pendiente de que a ella no le faltara nada, de ponerle el abrigo y servirle el agua o el vino.

Con el paso del tiempo, los despistes de Enriqueta comenzaron a ser cada vez más evidentes. Recorrieron una batería de médicos antes de escuchar el diagnóstico: Alzheimer. Su vida no cambio casi nada. Jack seguía ocupándose en exclusiva de ella, y no quería oir hablar a su hijo de internarla en una residencia. Un día, una embolia les condujo al hospital. Él no se movió de su lado en todo el tiempo, hasta que pasados dos meses, los médicos les comunicaron que su situación era irreversible y que nunca podría volver a caminar, ni a ingerir alimentos más que a través de una sonda, ni a hablar, y la derivaron a una residencia para ancianos desahuciados.

Desde entonces, Jack no se mueve de su lado. Ella permanece sentada en su sillón, con la cabeza caída, ausente, mientras él no deja de contarle cosas, mostrarle fotos y leerle libros. Algunas tardes, los demás internos le miran sorprendidos cuando la toma en brazos -apenas pesa 40 kilos- y se pone a bailar con ella por la sala: "baila, mi pequeña, baila con tu Jack". 

Estas Navidades, Jack ha rechazado todas las invitaciones de familia y amigos a comer o cenar en compañía. Sólo quiere estar con su pequeña, "ella se lo merece", dice sonriendo. 

En esta época en la que tanta gente ha dejado de creer en el amor y en la bondad, me parece imprescindible contar esta historia absolutamente real de una pareja de mi familia. Si existe un amor verdadero, es el de Jack por su Enriqueta. Dios lo bendiga.

Os deseo a todos una Feliz Navidad, y que tengáis cerca a alguien que os quiera al menos la mitad que él ama a su esposa.  


8 comentarios:

  1. Esto es amor, sin duda. Gracias por contar la historia real en este mundo irreal.Gracias.

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  2. Gracias, es un fantástico regalo de Navidad. Un beso y feliz Noche.

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  3. Gracias a los dos. Me parece una historia tan bonita, que lo maravilloso es que sea real hoy en día, cuando mucha gente vive durante años junto a alguien por simpe costumbre o comodidad, cuando el amor queda muchas veces sepultado en el egoísmo y casi nadie está dispuestoa nada. Hoy por hoy, está es la única historia de amor que conozco. Espero conocer alguna más, de estas que nos ayudan a seguir creyendo que existe.

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  4. Preciosa historia de amor, magnificamente contada. Gratificante ráfaga de aire fresco enmedio de este secarral que nos toca sufrir. Oda al amor. Amor de verdad desde el principio al fin. A la totalidad, consolidándose sin variación en el tiempo. Sólido en el alma, sin ajarse en el tiempo con la carne.

    AMOR con mayúsculas. Inmaculado. Magnífica joya para lucir orgullosa en tu memoria. Gracias por compartirla. Feliz año.

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  5. Feliz año, Clandestino!
    Muchas gracias por pasar de nuevo por aquí y dejar tu comentario. Es algo que me hace gran ilusion. Además te expresas tan bien que és un placer leerte.
    Jack sigue junto a Enriqueta, desde que la levanta de la cama cada mañana hasta que la deja acostada cada noche. Tiene miedo de que ella pueda despertar de su sueño y no encontrarle junto a ella. No quiere que se asuste. El siempre fue muy protector con ella, y lo sigue siendo, hasta el final.
    Se merece toda mi admiración, así que como mínimo, se merecía una historia...
    Abrazos.

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  6. Paso a visitarte alguna vez, pero para nuestra desgracia escribes poco. Hacía algún tiempo q no pasaba, pero te he visto en el blog de Mercé y me encuentro esta grata sorpresa.

    Tú escribes bien. Todas las personas sensibles escribís bien, dejando en palabras algo de vuestra alma, cuyo calor es perceptible para quien os lee.

    No dejes de hacerlo con esta naturalidad y frescura tan atractivas. Un abrazo!

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  7. Gracias de nuevo. Eres muy amable y me has sacado una sonrisa ;))
    Un abrazo

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  8. Bonita historia,gracias por contarla, pues creo que ese tipo de historias es mas habitual de lo que parece, pero tal vez al ocurrir entre paredes o sin testigos no nos llegan, pero cuando veo matrimonios de edad avanzada suelo apreciar en ellos una ayuda mutua, una complicidad, un cariño especial,un AMOR en mayúsculas y pienso seguro que en sus buenos años tendrían sus crisis, pero la sabiduría de la vejez se impone y les lleva a disfrutar de lo que verdaderamente importa, el cariño de las personas cercanas.Son un buen ejemplo para no tener miedo a la vejez y tratar de llegar a ella rodeado de gente, de los que disfrutar.Saludos

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